martes, 19 de mayo de 2009

CAPÍTULO 5: EL INICIO DEL FIN (Aquarius)

No tardé en ligarme Coca Cola. Era bastante maja,y también bastante inocente, pero era mi chica ideal. Junto a ella pasé momentos inolvidables. En las largas noches nos íbamos a una esquina y compartíamos burbujas hasta casi quedarnos sin ellas, era especial, me gustaría que el tiempo se detuviese para no tener que abandonarla nunca...pero lo bueno dura poco. Un buen día se abrió la puerta del almacén y todos sabíamos lo que eso significaba: alguno de nosotros se iría para no volver. El dueño se dirigió hacia las botellas de Aquarius pero pronto su atención se posó en mí y me agarró. ¡¡No!! ¡No podía morir así, no ahora que acababa de conocer a Coca Cola! Ella estaba llorando en una esquina, estaba perdiendo burbujas y yo no soportaba verla así, la grité que no se preocupase por mí pero era demasiado tarde: ya se había lanzado al vacío y se rompió en mil pedazos, quedándome yo sin nada por lo que vivir.

Mi agonía era constante, ¿para qué vivir? tarde o temprano todos los seres de este planeta acabamos succionados por otro y nos quitan todo lo que tenemos. Quería morir pero pronto me arrepentí cuando me dejaron en una mesa con 4 seres humanos. Junto a mí quedaba una lata que se llamaba "Burn". Aquello era macabro, le habían absorbido toda su sangre, los humanos eran unos monstruos sin corazón. Cuando una mano humana aferró sus dedos de verdugo sobre Burn, me dijo en su último aliento de vida "¡dile a mi mamá que la quier...!". Tarde. El humano bebió toda su sangre y dejó que ésta resbalase un poco por su yugular, aquello era espantoso. Pero ahora me tocaba a mí, otra mano me agarró y me absorbió la sangre. Os puedo asegurar que era horroroso: sientes como si la vida se te escapa de entre tus brazos y ya no puedes hacer nada para evitarlo, el dolor era insoportable. Me dejaron otra vez en la mesa. Casi muero del golpe. Intenté tomar un respiro para reponerme de mis heridas pero otro verdugo me agarró y volvió a succionarme más sangre. Ya no les vale con acabar con nuestras vidas de una en una, también tienen que hacerlo en grupos.

Tuve la suerte de que los humanos, para golpe bajo a su crueldad, me dejaron con un poco de sangre en un intento de hacerme morir de agonía. Pero mi voluntad era fuerte y aguanté hasta que el camarero me aferró y me deposito en una lámina metálica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario